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Liberalismo y Libertad

Se dice que la libertad es el valor más importante para un liberal. O puesto de otra manera: liberal es aquel que considera la libertad como el valor más importante.[1]

Libertad Negativa

Pero en el liberalismo actual se suele hacer énfasis en el concepto de libertad negativa. La libertad bajo este enfoque consiste en la minimización de la coerción, y esto se aplica especialmente al Estado, al que se considera como el mayor factor coercitivo en la vida de las personas. Se dice entonces que "el mejor gobierno es el que menos gobierna". Una medida de la libertad negativa en un país serían los impuestos y las regulaciones estatales: entre menos impuestos y regulaciones estatales existan, habrá más libertad.

El liberalismo se opondría entonces a medidas como el salario mínimo, el control de precios, la guerra contra las drogas, los aranceles, etc., ya que utilizan la fuerza contra personas que participan en transacciones voluntarias de compra y venta; y ello aunque estas acciones pretendan justificar la aplicación de la fuerza con argumentos que apelen al bienestar social.

De manera que para el liberalismo no puede haber separación entre libertad económica y libertad política: no es suficiente que un gobierno llegue al poder en forma democrática para que se le considere liberal.

Las personas adultas deben considerarse como responsables de sus propias acciones y no deben de tener encima un gobierno paternalista que les diga lo que tienen que hacer, o que les saque de apuros por sus errores cometidos o por las desgracias del destino.[2]

El liberalismo que más hace énfasis en la libertad negativa se opone vigorosamente a la redistribución de riqueza. Ante todo debe darse un respeto absoluto a la propiedad privada.

La Libertad Positiva

Pero no puede reducirse la libertad a hacer lo que a uno le de la gana -mientras no viole la propiedad privada- sin mayores restricciones gubernamentales; otra expresión de la libertad es la de tener más y mejores opciones entre las cuales elegir, y para esto hay factores claves que la potencian, como el conocimiento: entre más conocimiento tenga una persona, disfrutará de un horizonte mental más amplio, por lo que puede tomar decisiones más convenientes. Y otro factor importante es el poder adquisitivo: entre más recursos líquidos se posea se pueden hacer cosas imposibles de otro modo. De poco le sirve la libertad negativa de comprar y vender a una persona que no tiene para comer o para adquirir las medicinas necesarias para preservar su vida.

Y sin embargo hay liberales que niegan la existencia misma de la libertad positiva. Para ellos sería mejor una sociedad primitiva, aunque sin Estado (anarcocapitalista), que un próspero Estado de bienestar. El que aumenten mis ingresos reales, y mis posibilidades reales de elección en este último no importa, con tal de que el Estado no imponga ninguna coerción, por mínima que sea.

Tal idea distorsionada de la libertad parte de una posición defensiva que se horroriza de pensar en la posibilidad de que el Estado nos pueda hacer más libres por medio de alguna forma de redistribución o coerción.

Pero, dicho sea en justicia, la mayoría de los liberales -hasta los más fundamentalistas- defiende aunque sea en forma implícita la idea de que una mayor libertad positiva se consigue en una sociedad que valora la libertad negativa.[3]

¿Son haraganes los pobres?

Para justificar moralmente la posibilidad de que haya pobres en una sociedad liberal se llega incluso a acusar a los menos afortunados materialmente de ser los causantes de sus precarias condiciones de vida, razón por la cual no tendrían ningún derecho de reclamar ayuda de la sociedad de la que forman parte: deben atenerse a la caridad privada o resignarse a su suerte.[4]

Un Liberalismo Integral

No hay necesidad de irse a los extremos. Se puede defender un orden liberal en el que haya un balance entre el respeto a las decisiones individuales de las personas y un poco de redistribución y coerción -hechas con criterios técnicos de eficiencia- para favorecer a los menos afortunados y mitigar las fallas del mercado. Una síntesis entre libertad negativa y positiva es posible.

Notas

[1] Aquí nos referimos a la libertad política y económica. Un cristiano podría sentirse libre espiritualmente bajo un gobierno fascista, a pesar de la coacción externa.

[2] Tal referencia al estado paternalista en los liberales, refiere inconscientemente a una coacción de parte del padre a los hijos en el ámbito familiar.

[3] En muchos liberales es casi un acto reflejo considerar que la libertad negativa lleva aparejada la libertad positiva, aunque la defensa teórica y empírica de tal creencia no es para nada obvia.

[4] Hay algo de denigrante en depender de la caridad de personas que uno no conoce para subsistir.

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