El liberalismo iusnaturalista nos enseña que hay hay principios tan sagrados (como la propiedad privada) que deben estar incluso por encima de los acuerdos democráticos. De ahí la necesidad del liberalismo de atacar la democracia, o al menos de ponerle "candados" para que no se salga del cauce por el que quieren que corra.
De ahí el intento de Rallo de encontrar contradicciones en los procedimientos democráticos. Por lo que cita a Herbert Spencer cuando dice que:
"Desde luego entre todos los fantasmas metafísicos el más enigmático es aquel que supone que hay que obtener una cosa creando un agente, que crea la cosa, y entonces otorga la cosa a su propio creador".
Cita que Rallo comenta diciendo:
"Qué curioso el misticismo democratista por el cual un conjunto de individuos sin derechos, cuando se juntan en asamblea tienen derecho a imponer el juicio jurídico de la mayoría al resto de sus partes."
Y aquí expande la lista de absurdos que supuestamente se cometen en una democracia. En un proceso democrático hay que asumir como dado:
...el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad privada entre los colectivos democráticos. Una asamblea democrática a) no puede ser destruida, b) tiene plena libertad de actuación, siempre que no ataque la soberanía de otra asamblea democrática y c) tiene poderes plenos sobre los recursos que quedan bajo su dominio.
También los presupuestos de una asamblea democrática pasan por que...
...ningún miembro pueda: a) matar a otro, b) cambiar el sentido del voto de otro, c) apropiarse del voto ajeno... Si las personas no tienen derechos, ¿por qué sí los tienen cuando se reúnen en asamblea y sólo cuando se reúnen en asamblea?
Y les pregunta a los democrátas: ¿que impide a las mayorías cambiar el voto de las minorías y así lograr la unanimidad, y en cambio aceptáis que las mayorías impongan a las minorías sus modos de vida y sus proyectos colectivos?
Y nos repite:
Qué curioso: personas sin derechos se reúnen en asamblea, en ese momento poseen unos derechos parlamentarios inalienables, y tras la conveniente votación mística, se dotan a sí mismos de derechos, aun cuando carecían de ellos.
La respuesta a esta argumentación debería ser obvia: no hay necesidad de apelar a un derecho natural de la misma forma en la que no habría que hacerlo en un juego de ralluela con reglas definidas en las que los participantes las aceptan explícita o implícitamente. La forma de gobierno democrático ha surgido de una evolución histórica, y cualquier sociedad que quiera adaptar esa forma de gobierno ya conoce los procesos adecuados a seguir. Así es que no hay contradicción lógica. La asamblea proclama unos derechos para los ciudadanos, pero estos no se sostienen en el aire, sino que requieren de un aparato estatal para hacerlos efectivos.
Solo sería contradictorio pensar que los reunidos en una asamblea ofrezcan derechos que no tengan en el caso que se piense que están ofreciendo derechos naturales, pero en tanto no se de ese caso, no hay tal contradicción.
En conclusión: no hay manera de deslegitimar un sistema democrático por medio de la lógica, hay que ofrecer un sistema mejor y convencer a las masas de ello. Pero es difícil, las masas ya se han hecho la idea de que el sistema democrático es el que mejor las representa.
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