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No te gustaba el comunismo

Hemos estado oyendo últimamente que el Papa Wojtyla fue el responsable de la caída del comunismo. Tanto se repite que ya parece un hecho más. Por eso presento una opinión alternativa tomada de El Militante:

¿El enterrador del "comunismo"?

Si algo esta destacando en estos días de exaltación papal, ha sido la insistencia de la totalidad de los medios de comunicación, comentaristas y periodistas, en asignar a Juan Pablo II el papel de enterrador del "comunismo". Así parece que se escribe la historia, mintiendo sobre el pasado de la forma más descarada con el objetivo de que la población no entienda nunca las tareas del presente y del futuro.
La crisis y el colapso de la URSS y de los demás estados obreros deformados, que no del comunismo, fue el producto de la incapacidad de la burocracia estalinista para hacer avanzar la sociedad en líneas progresistas. La decadencia económica que se arrastraba desde finales de los años sesenta sufrió un agravamiento decisivo a mediados de los ochenta, con una caída general de las condiciones de vida de la población. La asfixia autoritaria de la burocracia no impidió que en muchos de estos países, las masas se rebelaran espontáneamente demandando mejoras sociales y derechos democráticos. Incluso en Polonia, el movimiento de los trabajadores de los astilleros de Gdansk y de otras localidades obreras no tenía en sus inicios el carácter pro capitalista que posteriormente le han asignado. Pero la naturaleza aborrece el vacío, y ante la ausencia de una dirección revolucionaria que orientase aquella rebelión en el objetivo de reestablecer las auténticas condiciones de la democracia obrera, toda una capa de arribistas y oportunistas, muchos de ellos salidos de los seminarios y con financiación imperialista pudieron auparse a la dirección del movimiento. Hay que decir, en honor a la verdad, que en el proceso de restauración del capitalismo muchos cuadros dirigentes de los mal llamados "Partidos Comunistas" echaron una mano inestimable. De hecho, la nueva burguesía de los países del antiguo bloque del Este está muy nutrida por este tipo de individuos, que de forma confortable han transitado desde las filas de los PCs a los elegantes despachos de las empresas multinacionales.
Juan Pablo II participó activamente en este proceso, amparado en todo el apoyo material y mediático que Ronald Reagan y Margaret Thatcher le pudieron proporcionar. Gracias a ello fortaleció la propaganda anticomunista de la Iglesia y el poder terrenal de la misma en todo el este de Europa, actuando como un altavoz muy útil en toda la ofensiva furiosa que la burguesía mundial desató contra las ideas del socialismo y del marxismo.

Lech Walesa considera que el comunismo hubiera caído sin la ayuda de Juan Pablo II, pero que hubiera tardado mucho más tiempo:

"Sabemos lo que el Papa ha conseguido, el 50 por ciento del colapso del comunismo es su obra. Vino y dijo 'que Dios cambie la faz de la Tierra, de esta Tierra'. Más de un año después de que dijera estas palabras, fuimos capaces de organizar a 10 millones de personas en huelgas, protestas y negociaciones".

"Esto son hechos. Por supuesto, el comunismo habría caído, pero de más tarde y de manera más sangrienta. El fue un regalo del cielo para nosotros".

Parece que Walesa le atribuye propiedades mágicas a las palabras del Papa. Pero de todos modos, cabe preguntarse si esto no es más que pura especulación. No hay manera de cuantificar "el porcentaje de responsabilidad" de Juan Pablo II, y desvariar sobre como hubieran resultado las cosas bajo otro tipo de circunstancias resulta infructífero.

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