Resulta aleccionador contrastar el trato de los medios hacia la figura de Juan Pablo II en comparación con las críticas que está recibiendo Benedicto XVI. Un verdadero seguidor de Juan Pablo II debería alegrarse por el ascenso de Ratzinger al papado; sin embargo se observan reacciones viscerales en su contra, aun de esas mismas personas y medios que hace poco estaban haciendo una apología de Juan Pablo II. ¿Qué ha pasado?
Es evidente que Ratzinger no tiene el mismo carisma que Wojtyla. ¿Será por eso que están en contra de él? El fenómeno mediático de Juan Pablo II hizo fijarse a la gente más en su personalidad que en su doctrina, en forma similar a la popularidad de George W. Bush en Estados Unidos: la gente se fijaba más en su estilo campechano y desenfadado que en sus ideas conservadoras. Pero ahora los cardenales nos colocan a un Pontífice controversial por el trabajo que le tocó desempeñar, aunque viéndolo bien, solo seguía la línea que le trazó el querido Juan Pablo II. Esto nos revela que mucha de la devoción popular a Juan Pablo II era muy superficial; pero ahora, con Benedicto XVI se echa de ver quienes son los verdaderos creyentes católicos y quienes solo están a la espera de un nuevo Papa para ver vindicada su ideología progresista.
Esto me recuerda un episodio de la vida de Jesús en Juan 6, en el que los judíos creyeron momentáneamente en Jesús, quizá por su carisma como líder, o quizá como un operador de milagros, o simplemente por un descarado interés material; pero al oir la prédica de él, no les gustó; sus palabras les parecían "muy duras". Jesús no procedió entonces a entablar un diálogo de apertura a sus ideas mundanas, ni trató en ninguna manera de suavizar su mensaje para retener más adeptos, sino que simplemente invitó a los disidentes a marcharse, y hasta les extendió esa invitación a los apóstoles, para probarles. Ellos respondieron: "¿Adónde iremos? Solo tú tienes palabras de vida eterna". ¡Qué diferente es la actitud de Jesús con las recomendaciones que nos dan los progres! ¡Qué lección para el mundo moderno que quiere apostatar cómodamente de la fe!
Hay progres que creen que la Iglesia recién vio la luz con el papa Juan XXIII, y que toda la época anterior del cristianismo eran densas tinieblas. De hecho, la Iglesia solo vio la luz con dos papas: Juan XXIII y Pablo VI, de ahí vino la involución con Juan Pablo II. De hecho creen estas ilustres personas, que la Iglesia solo viene dando pasos hacia atrás desde la época de Jesús y los apóstoles, con un breve período de iluminación progre, que con el Concilio Vaticano II tenía la misión de destruir los fundamentos doctrinales del cristianismo para para darle respaldo institucional a la apostasía; proceso que lamentablemente fue parado en seco por Juan Pablo II.
De hecho, la fuerza que impulsó al cristianismo fue su profética condenación de la decadente cultura pagana que le rodeaba. Los romanos eran relativistas bastante tolerantes con las diversas religiones del Imperio, a tal punto que la tolerancia los echó a perder al dar cabida a una religión que los destruiría. Los romanos tarde se dieron cuenta que el cristianismo destruiría su estilo de vida pagano. Cuando empezaron las persecuciones a los cristianos ya era demasiado tarde. La cultura "intolerante" de los cristianos se alzó vencedora sobre el relativismo pagano.
La historia se repite. ¿Qué hubiera pasado si los cristianos hubieran tratado de hacer un diálogo de apertura a las ideas de su tiempo? El cristianismo ni siquiera hubiera arrancado. Las fuertes convicciones morales y religiosas de los cristianos, aun en contra de los prejuicios de su época, los hicieron dueños de la historia. Con las ideas progres el cristianismo hubiera sido una religión desconocida que hubiera muerto antes de nacer.
¡Demos gracias a Dios por los "intolerantes" cristianos! ¡Digamos no a la correción política progre!
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