Ayer fue el día del trabajo, o mejor dicho, el día del obrero manual sindicalizado e ideologizado.
Y como todos los 1 de mayo escuchamos la misma perorata izquierdista que se ha repetido ya hasta el cansancio.
Aunque tuvimos una novedad: el boicot sobre los negocios de comida rápida; y esto enmarcado en un apoyo que se hace a las protestas que se realizaban simultáneamente en Estados Unidos. Se les hizo un llamado a los trabajadores y al pueblo en general para que hoy no consumieran en estos establecimientos y hasta se tuvo el atrevimiento de llamar 'traidores' a los que desobedecieron esa orden; se dijo que eran 'poco solidarios'. En la colada se fue hasta el famoso entrenador 'Chelato'.
Si con esto se pensaba castigar a los gringos por 'insolidarios', andan un poco despistados; o más bien confundidos, ya que estas compañías nada tienen que ver con las decisiones políticas del gobierno norteamericano. Pareciera que se les olvida que el capital de las transnacionales no tiene patria, y que busca ganancias en cualquier parte del mundo en que encuentre la oportunidad. No tiene sentido tratar de emular el boicot comercial de latinos en Estados Unidos, ya que el proposito de estos es "demostrar" lo indispensables que son en la economía norteamericana.
La idea del boicot en sí no es mala; de hecho, en el capitalismo los consumidores arman un boicot permanente contra los productos que no son de su agrado. Con lo que estoy en desacuerdo es con el sabotaje que quieren hacer estos protestantes contra los consumidores, al oponerse al libre comercio.
Estos izquierdistas sindicalizados no se deciden entre el chauvinismo y el internacionalismo. Hubo más de algún pendejo que dijo que los gringos no tenían el derecho de negarle a nadie la entrada a su territorio, ya que los únicos que tendrían derecho legítimo sobre el territorio estadounidense serían los indígenas nativos.[1] Otros decían que estaban a favor de la autodeterminación de los pueblos, pero al parecer no creían en la autodeterminación del pueblo norteamericano.
Es falso que los latinos ilegales sean indispensables en la economía norteamericana. Se dice que los latinos toman los trabajos indeseables que los norteamericanos rechazan; pero resulta que es la misma oferta de trabajo latino la que hace que bajen los salarios para los trabajos más gravosos.
En vez de ser indispensables para la economía, la inmigración latina ha demostrado ser una carga que incide negativamente en los costos del Estado de Bienestar gringo, ya que más impuestos de los antiguos residentes se dedican a la educación y la salud de los recién llegados, cuyo comportamiento se ve así como parásito y oportunista.
El discurso izquierdista sindical hondureño se ha vuelto tan reaccionario que tiene que recurrir al espantajo de la privatización, cuando nadie ha hablado de privatizar nada. Y a falta de argumentos se hecha mano de la mentira cuando se dice que el TLC con Estados Unidos obliga a modificar la legislación laboral hondureña.
Se sataniza a las compañías transnacionales, a los organismos financieros internacionales, y se les acusa de todos los males habidos y por haber. Se decide apoyar al gobierno cuando apoya medidas populistas, pero se le niega legitimidad en cuanto hace cosas que no son de su agrado.
La mera sospecha es suficiente para rechazar proyectos binacionales de desarrollo. Se piden rebajas de los combustibles, como si no hubiera un problema energético a nivel mundial.
Se pide más intervencionismo estatal, aun cuando la burocracia hondureña es sumamente inoperante. Quieren masivos programas de redistribución (la estrategia de reducción de la pobreza no les parece suficiente). Quieren explotar a los ricos en favor de los pobres, y no les preocupa para nada asustar a la inversión extranjera; antes bien, ven a la inversión extranjera como si de una invasión militar se tratara.
Esta izquierda sindical no tiene visión de país, lo único que ofrece es una amalgama de consignas contradictorias y llenas de odio. Se presentan como humanistas, pero más parecen nihilistas.
Notas
[1] Ese mismo tipo de argumentación hacía el diputado Miguel Angel Gámez contra los garífunas hondureños.
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