Progresistas y Conservadores
Desde un punto de vista psicológico un conservador es alguien que le teme al cambio y un progresista es aquel que busca el cambio. En la práctica todos somos una combinación de los dos. Estamos de acuerdo en que hay cosas que hay que cambiar y otras no, la discrepancia surge al tratar de definir que cosas deben cambiar y cuales no. Por ejemplo, ante la inminencia de la aprobación de un Tratado de Libre Comercio, algunos protestarán y otros aprobarán. Los que aprueben serán los "progresistas" y los demás "conservadores", con respecto a ese tema.
El Progreso como Línea Recta
La idea del progreso indica que las cosas tienen la tendencia a mejorar con el tiempo: que hoy estamos mejor que antes, y que mañana estaremos mejor que hoy.
La doctrina marxista nos presenta una visión de la historia en la que el desarrollo de las fuerzas productivas y la lucha de clases nos lleva a estadios graduales de mayor productividad, hasta llegar a una crisis que conduce a un paraíso socialista. Es difícil no advertir en esta concepción la influencia de la doctrina cristiana, en la que la historia de la salvación desemboca en una lucha final entre el bien y el mal, que tiene como resultado la consolidación del Reino de Dios en el mundo.
Contrario a esta manera progresista de interpretar la historia está la idea pagana de infinitos ciclos circulares en los que los acontecimientos actuales son el reflejo de otros ya sucedidos antes, de manera semejante a las estaciones del año, que siempre se repiten, de modo que "no hay nada nuevo bajo el sol", como diría el autor de Eclesiastés. Esta es la idea que reformula Nietzsche en la doctrina de "el eterno retorno de los mismo", para oponerse simultáneamente a la cosmovisión cristiana y a la izquierdista utópica.
Thomas Kuhn por su parte criticó la idea de que la ciencia progresa acumulando conocimientos en forma lineal, sino que afirma que el conocimiento científico se basa en la sustitución de unos paradigmas por otros.
¿Qué entiendo por "progre"?
Hay progres estatistas y anarquistas. Lo que comparten en común es su apego al colectivismo y su denuncia de la propiedad privada, a la que hay que restringir o suprimir, por causa del "bien público".
En su versión estatista, la progresía busca utilizar la "ingeniería social" estatal para lograr la redistribución de la riqueza y la "justicia social". El anarquismo cree en cambio que puede liberar al "hombre nuevo solidario" a través del adoctrinamiento, eliminando la necesidad del Estado, al que se valora en forma negativa. En ambos casos, lo que se busca es que las sociedades humanas se parezcan a enjambres u hormigueros, en los que los colectivos tienen prioridad sobre los individuos que los forman.
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