Es típico de la militancia izquierdista el sentirse moralmente superior por estar de parte de los "buenos", de las "grandes mayorías", "de los pobres", "de parte del pueblo y en contra de los explotadores". Aunque se profese cierto laicismo, e incluso el más burdo ateísmo anticlerical, se sienten en una elevación cuasi-mística al sentir que apoyan las "causas populares".
Confieso que este tipo de actitudes me producen nauseas, esa es la principal razón por la no soy de izquierdas. Creo que el individualismo instintivo que encuentra su identidad en la reflexión crítica, produce en mí un rechazo abierto a los valores colectivistas. Considero que la moralina progre se basa en el sentimentalismo más que en la reflexión ética.
Pues bien, he aquí una excelente poesía del autor hondureño Roberto Sosa, que ejemplifica "el gozo de sentir que se está en el bando de los buenos":
LA YERBA CORTADA POR LOS CAMPESINOS
Cuantas veces nos ha parecido
que lo más importante de nuestras vidas
es el vuelo de las abejas que precede a las colegialas
que retornan de las aulas, pensando en nada,
felices como peces.
Y cuántas veces hemos razonado
que la rebeldía contra un sistema de cosas
impuesto
a través
de asesinos alquilados
investidos
de infinitos poderes,
nos dignifica.
En nuestra segunda inocencia hemos imaginado
que alguien nos llama
desde un lugar hermoso parecido al mar, y que la voz
viene de la garganta de esa mujer delgada que esperamos en vano;
o que nos llama el amigo de la infancia, aquel
cuyo padre comía tinieblas en los días difíciles.
Y cuántas veces al hablar de nuestra verdad
hemos creído
hablar de la verdad que interesa a las grandes mayorías,
y nos hemos sentido emocionados por ello por que sabemos
que el líquido de la verdad altera el pulso y envía una carga
no acostumbrada al corazón, que puede convertirse de este modo
en una suerte de Esfinge sin enigmas.
Y así creemos vivir aproximándonos a lo perfecto.
En realidad
sólo
lo que hace el hombre
por enaltecer al hombre es trascendente.
La yerba cortada por los campesinos es igual a una constelación.
Una constelación es igual a una piedra preciosa,
pero el cansancio de los campesinos que cortaron la yerba
es superior al universo.
Demostrar los hechos mezclados con las lentitudes
de un fuego que no conocemos, y quemar incienso a las buenas gentes,
ayuda a vivir,
ayuda a bien morir.
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