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El Reino de Dios

Jesús dijo:

Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. [1]

¿Significa esto que el Reino de Dios no es de este planeta?

Hay políticos que quieren aprovecharse de este versículo para decirle a los cristianos: "Ustedes ocúpense de las cosas del cielo, que nosotros nos ocuparemos de las cosas de la tierra." Quieren utilizar el laicismo para amordazar a los cristianos para que no se pronuncien sobre asuntos de interés público desde el punto de vista de la fe.

Pero la historia demuestra que los cristianos han resistido a los gobiernos y a los sistemas de valores paganos. Cuando Pablo y Silas llegaron a evangelizar a una ciudad griega, dijeron de ellos:

Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá.[2]

Cuando Jesús dice que su Reino no es de este mundo, está queriendo decir que su Reino no es a la manera de este mundo. Un mundo en que la voluntad de unos se impone por la fuerza a la voluntad de otros, aun en las supuestas democracias. En el que se recaudan por la fuerza impuestos, en el que se imponen impuestos por la fuerza. El Reino de Dios es el reino de la libertad, de la no coacción. En el Reino de Jesús se hace el bien por iniciativa propia, con la inspiración del Espíritu Santo, el Espíritu de Libertad. El Reino de Dios se realiza en los discípulos que siguen las enseñanzas de Jesús. Es una realidad presente y una esperanza en el porvenir.

Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor.[3]

Venga a nosotros tu reino.[4]

Jesús nos enseña que los gobiernos de este mundo no son servidores de Dios, sino del diablo. Satanás es el príncipe de este mundo, del mundo de la imposición y la coerción. Por eso es que tratar de imponer las ideas y a forma de vida cristiana es una contradicción con la misma esencia del Reino de Dios. No es verdaderamente cristiano el que trata de imponer el cristianismo por la fuerza.

Sin embargo, el querer imponer la fe a otros es una tentación actual a la que deben hacer frente los cristianos, y es que el mismo Jesús padeció esa tentación. Como nos lo relata el evangelista:

Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares.[5]

Jesús tuvo que resistir la tentación de imponer por la fuerza el mensaje que le había encomendado el Padre celestial. Y si Jesús tuvo que enfrentar esa tentación, ¡Cuánto más los cristianos!

El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.[6]

Esta concepción que tiene Jesús del Reino de Dios es totalmente contraria al pasaje pseudo-paulino de Romanos 13, en el que se presentan a las autoridades civiles de ese tiempo como "servidoras de Dios que buscan nuestro bien". Si fuera cierto que "todas las autoridades han sido establecidas por Dios", estaríamos viviendo en la plena manifestación del Reino de Dios, lo cual es patentemente falso, ya que por doquier vemos coacción e imposiciones gubernamentales.

La realidad es que las autoridades civiles no representan a Dios, sino que al diablo. El libro de Apocalipsis desenmascara el falseamiento del autor pseudo-paulino de Romanos 13. Esas autoridades civiles a las que este farsante presenta como "servidoras de Dios" aparecen en el Apocalipsis como "la bestia", el aparato estatal represor de los cristianos.

Es necesario que nos quitemos la venda de los ojos y desechemos los engaños satánicos.

El Señor nos manda a resistir al gobierno, el Señor nos manda a resistir al diablo.

Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.[7]


Notas

[1] Juan 18:36

[2] Hechos 17:6

[3] Mateo 20:25,26

[4] Mateo 6:10

[5] Mateo 4:9

[6] Mateo 13:16

[7] 1 Pedro 5:8

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