A continuación hago una crítica de la teoría laboral del valor con base subjetiva que plantea el autor Kevin Carson en su web.
La teoría laboral del valor enseña que el trabajo es el que determina el valor de cambio de las mercancías. En su forma clásica esta teoría afirma que la razón de intercambio entre las mercancías corresponde a la razón de horas de trabajo humano socialmente necesario para producirlas.
¿Por qué se afirma esto? Los economistas clásicos no explicaron la razón por la cual el trabajo supuestamente se traduce en valor de cambio, tampoco lo hizo Marx. Esta fue una de las principales críticas que el austríaco Böhm-Bawerk hacía a la teoría del valor-trabajo.
Kevin Carson, que plantea una teoría laboral del valor que se basa en la subjetividad del trabajador, piensa salir al paso de esta objeción por medio de una cita de James Buchanan. Y sobre esta cita basa su defensa de la teoría laboral del valor.
Dice Buchanan:
Incluso en un modelo tan simple [el modelo primitivo de intercambio entre castores y ciervos de Adam Smith] ¿Por qué deberían los costos relativos determinar los valores normales de intercambio? Esto sucede por que se asume que los cazadores son individuos racionales, maximizadores de utilidad; y por que los "bienes" positivamente valorados y los "males" negativamente valorados en sus funciones de utilidad pueden ser identificados. Si por alguna razón los valores de cambio tuvieran que situarse en una razón diferente de aquella de sus valores de costos, habrá una modificación del comportamiento. Si el cazador individual sabe que él es capaz, en el transcurso de su trabajo, de matar dos ciervos o un castor, él no escogerá matar un ciervo si el precio de un castor es de tres ciervos, incluso aunque él sea un demandante o comprador final de ciervos. Él puede "producir" ciervos en forma más barata a través del intercambio en estas circunstancias... Y como se espera que todos los cazadores se comporten de la misma manera, ningún ciervo será producido a menos que, y hasta que, el valor esperado de cambio retorne a la igualdad con la razón de costos. Cualquier diferencia entre el valor esperado de cambio y el valor esperado de costos en este modelo reflejaría un comportamiento irracional por parte de los cazadores.
En esta interpretación, la teoría clásica incorpora la noción de costo de oportunidad. Para el cazador, en una decisión de asignación de recursos, el costo de un castor es de dos ciervos, y el costo de un ciervo es de medio castor. A una razón esperada de uno por dos, cada cazador potencial debe estar en el margen de indiferencia. La producción física y la producción por medio del intercambio rinde idénticos resultados. El tiempo de trabajo, el estándar de la medición, es el común denominador en el que los costos de oportunidad son computados.
A lo que Carson añade que:
Un productor continuará llevando sus bienes al mercado solo si recibe un precio necesario, en su evaluación subjetiva, capaz de compensarlo por la desutilidad involucrada en producirlas. Y él se encontrará por mucho tiempo incapaz de cargar un precio mayor que este monto necesario, si la entrada al mercado es libre y si la oferta es elástica, por que los competidores entrarán en la industria hasta que el precio se iguale con la desutilidad de producir el incremento final de la mercancía.
Tales enunciados no requieren una verificación más allá de un entendimiento a priori de la naturaleza humana. El mismo Mises escribió sobre el carácter auto-evidente de los axiomas de la praxeología...
Aquí Carson confunde papas con naranjas. El modelo que expone Buchanan utiliza el supuesto de racionalidad neoclásica, que no es el mismo que la praxeología de Mises. Según esta última, no sería correcto afirmar que los cazadores son indiferentes entre cazar dos ciervos o cazar un castor, ya que se considera que la indiferencia no puede ser base de la acción.
Este modelo de Adam Smith, traducido al lenguaje neoclásico, es tan básico, que no puede considerarse una demostración convincente de la teoría laboral del valor, ya que sus supuestos son muy restrictivos. El mismo Smith consideraba que este modelo era incapaz de explicar el funcionamiento de la economía capitalista, por lo que sorprende que Carson crea haber presentado una evidencia contundente a favor de su teoría subjetivizada del valor-trabajo.
Y más adelante en el texto, dando por sentada esta demostración, nos dice:
¿Qué base válida puede tener una teoría laboral del valor sino es la desutilidad del trabajo experimentado por el trabajador mismo? Debe ser auto-evidente que la única razón de que el trabajo sea el único factor en crear valor de cambio es que el trabajador (a diferencia de las tierras, las fuerzas naturales, etc.) tiene un carácter único, ya que debe ser persuadido de que vale la pena traer sus bienes al mercado.
Pero si esto es así, entonces no sería posible sostener que se da una explotación capitalista, ya que si lo que produce valor de cambio es la necesidad del empleador de compensar la desutilidad del trabajo, no se explica como es que el obrero puede producir más valor del que recibe en salarios.
Esta teoría, que considera el trabajo como fuente inherente de desutilidad, contradice la noción socialista del trabajo como realización de la naturaleza humana. También se puede decir que el no tener trabajo produce desutilidad.
Carson reconoce esto, pero lo deja de lado cuando dice:
La idea del trabajo como desutilidad ha causado que algunos objeten que esta refleja un crudo entendimiento economicista de la motivación humana. El que una persona experimente el trabajo como algo desagradable o como una expresión de su naturaleza interna, depende de la naturaleza de las relaciones de poder en el proceso de producción. Por ejemplo, Marx objetaba que la visión de "toil and trouble" de Adam Smith trataba el gasto de poder laboral "como el mero sacrificio de descanso y libertad, y no al mismo tiempo como la actividad normal de los seres vivos. Pero entonces él tiene al moderno trabajador asalariado a la vista."
Pero en el escenario de economía de libre mercado que propone Carson, en el que las relaciones jerárquicas en el proceso de producción son mayormente elminadas, el trabajo no podría verse como una desutilidad inherente, por lo que la ley del valor no podría aplicarse en este caso. Pero es precisamente este tipo de escenarios los que más se parecen a la versión neoclásica del modelo primitivo de intercambio de Adam Smith que plantea Buchanan. Por lo que la teoría subjetiva del valor de Carson se queda en nada, incapaz de explicar tanto lo simple como lo complejo.
Comentarios
Peeeeeroooo, este valor subjetivo de la mercancía, valor de uso que es condición indispensable para que algo tenga valor de cambio, no es lo que explica cual es ese valor de cambio, y por consiguiente su precio en el mercado, y te puse en ese post anterior porqué no, ….., pero en este punto creo que te habrás dado cuenta de que cuando estamos hablando de valor de uso (utilidad), lo estamos haciendo de un sentimiento humano, de algo dentro del cerebro humano, de algo incuantificable, de algo que no se puede medir ni cardinalmente ni ordinalmente y cuando hablamos de valor de cambio estamos hablando de algo ya cuantificable, de intercambios entre distintas unidades de unas u otras mercancias, de intercambios entre un número de diferentes mercancías A, con otras B por dinero.
Si lo consigues explicar te llevarás un premio nobel, …, y si lees a los partidarios de la teoría subjetiva del valor del siglo 20, de la actualidad, verás que reconocieron que es imposible de hacer y que su teoría subjetiva del valor es imposible tanto lógica como matemáticamente. Y cual fue entonces la solución que dan al problema, …, “que no es necesaria una teoría del valor”, QUE LOS PRECIOS SE EXPLICAN POR LOS PRECIOS. O sea un absurdo y una tautología.
La TSV establece que el precio de un artículo es determinado por la utilidad marginal al consumidor y al productor. La utilidad marginal es el punto, en una escala individual de satisfacción, en el que el deseo de el/ella por un producto se satisface. Así, el precio es el resultado de una evaluación individual y subjetiva dentro del mercado.
Lo de “marginal” alude a la derivada matemática de lo total (es decir, de la variable cuantitativa en términos absolutos a la que se aplique). La utilidad marginal del consumidor es por tanto la derivada de la utilidad total. Es decir, el incremento cuantitativo de utilidad que experimenta un consumidor gracias a consumir una unidad adicional (infinitesimal o, como aproximación, finita) del bien consumido.
Hablar de utilidad marginal es lo mismo que hablar de amor marginal y odio marginal, estamos hablando de la derivada matemática de la utilidad, del amor, del odio. No tiene ni pies ni cabeza para mi, es algo imposible lógica y matemáticamente.
2º La utilidad (marginal o no), como algo subjetivo de cada persona es imposible de medir cardinalmente, cuantitativamente, es algo que intentaron muchos economistas neoclásicos y fracasaron, es imposible decir que en mi cerebro una mercancía x tiene una utilidad 2.5 veces más que una y, 4 veces menos que una z. Abandonaron la tarea, agacharon la cabeza y ocultaron su fracaso.
En el sistema capitalista las mercancías (bienes o servicios) se intercambian cuantitativamente por otras mercancías o por dinero, y la utilidad (marginal o no) no se puede medir cuantitativamente, ¿como puede la utilidad (marginal o no) explicar esas relaciones cuantitativas de intercambio entre las mercancías?. Intercambio una mercancía x por 2 mercancías y, por 1 kg de oro, por 100 euros. Es algo imposible, lógica y matemáticamente y además en el cerebro humano no ocurre.
3º La escuela austriaca afirma que la utilidad no se puede ordenar cardinalmente, pero se puede ordenar ordinalmente, esto se puede ver claramente en un ejemplo que compare a solo dos mercancías, caso en el que el sujeto prefiere a una mercancía respecto a otra. Pero no sabemos cuánto la prefiere respecto a la otra, del mismo modo que no podemos medir cuánto más queremos a una persona respecto a otra…
Entonces cuando salimos del simplista ejemplo de solo dos mercancías (falacia de composición) para comparar en cambio a miles de mercancías, y se nos exige que tengamos una preferencia precisa por algunas combinaciones de mercancías respecto a otras… resulta que es imposible hacer la comparación a menos que cada mercancía tenga asignado un número específico que se pueda sumar a los de las otras mercancías de un grupo para compararlas con el otro grupo.
Cada mercancía debería tener asignada una magnitud para que la teoría utilitarista fuese válida. Pero tal cosa es imposible. Es imposible no solamente porque no se puede medir de ninguna manera… sino porque eso no sucede en la mente humana respecto a valoraciones subjetivas.
Por lo tanto, el ordenamiento de la utilidad no es posible, luego la utilidad no puede determinar los precios.
4º La TSV trata a todos los artículos como obras de arte, y tales productos de la actividad humana ( debido a que son únicos ) no son artículos capitalistas en el sentido normal de la palabra ( ej. no pueden ser reproducidos y así el trabajo no puede incrementar su cantidad ). De esta manera la TSV ignora la naturaleza de la producción bajo el capitalismo.
5º Y otro problema y el más claro de entender para mi por lo menos, es que usar la utilidad marginal para determinar el precio conduce a un razonamiento circular. Los precios se supone que miden la “utilidad marginal” del artículo, pero los consumidores necesitan saber el precio primero para poder evaluar como maximiza su satisfacción. De aquí que la teoría subjetiva del valor “obviamente descansa en un razonamiento circular. Aunque trate de explicar los precios, los precios son necesarios para explicar la utilidad marginal”.