Según la teoría económica burguesa, en el capitalismo se da una expansión constante de la producción basada en la acumulación de capital; esta acumulación de capital aumenta el valor del producto marginal de los trabajadores, lo que conduce a un aumento de los salarios. Así es que en el capitalismo todos somos felices: hay cada vez más bienes para consumir - y a precios más baratos- el capitalista llena sus faltriqueras de billetes y el trabajador ve como aumentan sus salarios reales. Si las cosas no suceden como dice la teoría, siempre existe la posibilidad de echarle la culpa al Estado por su intervención en la economía.
Ahora examinemos el mecanismo por el cual se nos asegura que los trabajadores salen beneficiados en la acumulación de capital. El concepto clave que hay que entender es el de valor del producto marginal (VPM) [1], pero antes necesitamos definir el producto físico marginal (PFM); el PFM del trabajo es el incremento de la producción que se experimenta con la incorporación del último trabajador que se agrega a la planta, manteniendo el capital físico constante. El VPM es el valor monetario de este aumento de la producción; este valor monetario se determina según la utilidad marginal que le reporta el producto al consumidor final. Dicho de otra manera: el VPM es la disminución de ingreso que experimenta una empresa cuando el último trabajador se retira de la producción.
Cuando hay un aumento de la productividad debido a la utilización de nueva tecnología, aumenta el VPM del trabajador, lo que lo vuelve más cotizado. Si a un trabajador se le paga menos que el VPM, otro empresario -viendo la oportunidad de lucro- le pagará más de lo que le pagaba su empleador anterior. La competencia entre empresarios por los trabajadores aumentará el salario de estos hasta el límite máximo del VPM. Esto es lo que sucedería en un mercado competitivo del factor trabajo. Esto es lo que creía Mises que sucedía en el capitalismo[2].
De manera que no hay necesidad de que los trabajadores luchen colectivamente por negociar un salario mejor con los patronos, ni de cabildear con las autoridades gubernamentales para obtener un aumento al salario mínimo. (De hecho, la teoría económica burguesa nos enseña que tales acciones por parte de los trabajadores producen desempleo). No. La mano invisible del mercado se encarga solita de aumentar los salarios al nivel que corresponde por productividad.
Pero la experiencia cotidiana en el capitalismo es menos idílica de lo que nos pinta la teoría. Los empleadores son los que normalmente tienen el sartén por el mango, las personas compiten por empleos, en vez de ser los empleadores los que compitan por obtener empleados, de manera que pueden darse el lujo de no pagarles el VPM, lo que les pagan es solamente el costo de oportunidad de emplearse. A esta situación se le conoce en el marginalismo neoclásico como explotación monopsonística.
Pero ni siquiera en el mercado competitivo de la teoría neoclásica -con información perfecta- puede pretenderse que a los trabajadores se les paga según su aportación marginal. Si asumimos rendimientos marginales decrecientes, solo al último trabajador que se agrega a la planta se le paga su aportación marginal (el VPM), al resto de los trabajadores se les paga sucesivamente menos. De manera que cabe extender el concepto de explotación incluso al caso de un mercado competitivo de trabajo. Otra manera de analizar esto es por medio del concepto de valor del producto físico medio (VPFMe), el cual es el valor monetario producido por el factor trabajo dividido por el número de trabajadores. El VPFMe es mayor que el VPM. La diferencia entre el VPFMe y el VPM multiplicada por el número de obreros es el valor monetario producido por los trabajadores que es apropiado por los empleadores. Encontramos una justificación en los libros de texto que dice que la parte de la producción atribuida al trabajo que no reciben los trabajadores se destina al pago de otros factores de la producción, y a la investigación y desarrollo. Lo que queda claro es que es mentira la pretensión de que el VPM es el límite máximo de salarios al que puede aspirar el trabajador.
Un malentendido común entre los apologistas vulgares del capitalismo es tratar la teoría de la productividad marginal descrita anteriormente como si fuera una teoría de salarios, cuando solo se describe el lado de la demanda de trabajo. Parece que no se dan cuenta que una mayor oferta de mano de obra implica unos salarios más bajos. De hecho, un descenso exógeno de los salarios producirá un aumento del VPM, este aumento de la productividad se deberá a que habrá mayor mano de obra por unidad de capital.
Un aumento del desempleo y una disminución de los salarios puede venir como consecuencia de una mayor acumulación de capital y de la inversión en investigación y desarrollo. Cuando se aplica a la producción innovaciones tecnológicas que ahorran trabajo hay empleos que se vuelven innecesarios, engrosando con ello el paro. Esta mano de obra parada tiende a disminuir los salarios, lo que tiene un efecto contrario al aumento inicial del VPM. El aumento del VPM debido a la nueva tecnología es temporal, por que con el tiempo la mayoría de las empresas utilizará la nueva tecnología, haciendo descender los precios hasta su costo promedio, el cual incluye una ganancia media. Esto puede producir un resultado paradójico, en el que la inversión en investigación y desarrollo produzca una disminución de la tasa de ganancia, ya que el descenso ulterior del precio puede que no compense la inversión inicial. Al disminuir la tasa de ganancia también disminuye la inversión, creando más desempleo y presionando los salarios hacia la baja, lo que puede producir efectos perversos que se retroalimentan en un círculo vicioso, creando una crisis en el sistema económico.
Para paliar los efectos adversos del mercado capitalista se hace uso de la intervención estatal. Hay empresas que externalizan sus costos de investigación y desarrollo pasándoselos al Estado, esto se puede ver especialmente en los casos en los que la investigación en asuntos militares se utiliza posteriormente en usos civiles, también se da en la investigación farmacéutica. Para evitar que disminuya la tasa de ganancia también se utilizan barreras al comercio internacional, y barreras a la entrada de nuevas empresas, para que la burguesía nacional pueda obtener ganancias monopolísticas. Las patentes también son útiles para que la investigación se vuelva rentable, pera esa es otra forma de obtener ganancias monopolísticas.
Así es que en el capitalismo los trabajadores son doblemente explotados: ya sea como empleados o como consumidores. La concentración de ingresos resultante por parte de la burguesía vuelve más difícil darle salida a la producción, creando problemas de subconsumo, por lo que se recurre al mercado extranjero para darle salida a ese excedente. A esto se le llama globalización.
Resulta contradictorio afirmar que la acumulación y concentración del capital en pocas manos sea de beneficio social ¿Cómo puede ser de beneficio social que unos pocos tomen las decisiones de qué producir, cómo producir y para quien producir? ¿Cómo puede ser de beneficio social el desempleo y la marginación? Los libertarianos se quejan de que los funcionarios estatales tomen decisiones por nosotros, pero no parece molestarles que unos pocos capitalistas tomen decisiones que afectan a muchos. ¿Cómo se explica esta contradicción? ¿Será por que se suscriben a una especie de darwinismo social?
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[1] Algunos autores, influidos por Mises, llaman productividad marginal a lo que aquí llamamos valor del producto marginal. En este post obvio el asunto de la tasa de descuento, por motivos de simplicidad.
[2] El austriano Juan Rallo, seguidor de Mises, cree que el VPM es solo el límite máximo que puede cobrar el trabajador. El límite mínimo sería el salario del trabajador marginal. Ver artículo suyo aquí.
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