A pesar del desplome de la Unión Soviética y de la caída del Muro de Berlín, la opinión popular es todavía hostil al capitalismo de libre mercado, y en su lugar prefieren diversas formas de intervencionismo estatal.
A continuación critico brevemente algunos prejuicios populares sobre los siguientes temas: el salario mínimo,la crisis energética, el control de precios, las empresas estatales, el libre comercio y el crecimiento económico, y defiendo la idea de que necesitamos más capitalismo, mayor libertad de mercado y no menos.
El Salario Mínimo
En este tema uno se da cuenta de cuanto se ha popularizado la vulgata marxista que nos presenta al empresario como alguien que explota a los trabajadores con salarios al borde de la subsistencia, de no ser por la intervención benéfica del Estado, que le obliga a adoptar unos estándares mínimos de dignidad.
La realidad es otra. Dado que el trabajo también es una mercancía, su precio se determina en el mercado por medio de la oferta y la demanda; y la demanda de mano de obra aumenta con la productividad del trabajo, de manera que, a mayor productividad del trabajo, mayores son los salarios.
El salario mínimo no aumenta el nivel de vida de la clase trabajadora, sino que lo disminuye, ya que las personas que antes estaban dispuestas a trabajar a un salario al mínimo establecido, ya no lo podrán hacer (en el caso en que su productividad marginal sea menor que el salario mínimo establecido) ya que no compensa las cuentas del empresario: este pierde más contratando al obrero que no contratándolo, con lo que tendremos menor producción, mayor desempleo, y menor riqueza.
La Crisis Energética
El precio de los combustibles está aumentando a nivel mundial como resultado de un aumento global de la demanda. Cuando observa esto, el ciudadano común concluye que el aumento de precios se debe a un brote de codicia de las empresas transnacionales, y se pide que el gobierno las ponga en cintura. Pero pocos se preguntan por las causas institucionales de la escasez relativa de los combustibles.
Las transnacionales venderían más si pudieran, pero se topan con restricciones impuestas por los estados debido a la influencia de grupos ambientalistas, que no quieren que se construyan nuevas refinerías, ni se realicen nuevas extracciones de petróleo, ni mucho menos que se utilice la energía atómica.
De hecho, los ambientalistas progres se mean de la felicidad al pensar que los precios de los combustibles seguirán subiendo, ya que aprovechan para promocionar sus fuentes de "energía limpia". La retórica de la preocupación por los pobres queda en nada.
El Control de Precios
Se cree que los precios suben en forma generalizada debido a la codicia y especulación de los empresarios, por lo que es necesario que el gobierno los ponga en orden, estableciendo precios máxismos de artículos de la canasta básica.
En realidad, establecer precios máximos distorsiona la estructura de los precios relativos de la economía, provocando desabastecimiento en los productos cuyo precio máximo es inferior al precio de mercado, con lo que se alienta el contrabando, empobreciendo de esa manera a los productores nacionales.
Lo que no se reconoce es que muchas veces el culpable directo del aumento generalizado de precios es el gobierno, ya que con la emisión de más moneda hace que el dinero pierda poder adquisitivo.
Las Empresas Estatales
Se cree que las empresas estatales son del pueblo, por lo que hay que impedir a toda costa que sean privatizadas.
En realidad, las empresas estatales son los peores monopolios que puede haber, ya que se mantienen en gran parte gracias a contribuciones forzadas, no sienten la necesidad de atender en forma diligente a los abonados, como si se hace en las empresas privadas sujetas a la competencia.
La propiedad y monopolio estatal en sectores clave como la salud, el agua, la electricidad, las telecomunicaciones, caminos, etc., verdaderamente impiden que el país se desarrolle, por que obstaculizan la infraestructura y ambiente necesarios para una mayor inversión en crecimiento económico.
El Libre Comercio
Se critica al libre comercio por vulnerar la soberanía nacional y socavar la "seguridad alimentaria".
En este punto tengo que matizar que lo que usualmente se conoce como tratados de libre comercio en realidad no son tan libres, sino más bien el producto de la negociación política de distintos grupos de presión con sus respectivos gobiernos.
Sin embargo, los que se oponen a estos tratados se oponen generalmente a los aspectos positivos de estos, al resquicio de libertad que dejan a los consumidores. Y es que es conveniente que vengan productos baratos del extranjero, ya que al haber más productos baratos, también aumentan nuestros ingresos reales. No compensa sacrificar el bienestar general de la población para proteger a unos cuantos productores y grupos de presión.
El Crecimiento Económico
Se considera que el crecimiento económico no es suficiente, sino que es necesario redistribuir el producto del crecimiento económico, para que haya un verdadero desarrollo.
Lo dijo hasta el neoliberal Rodrigo Rato, presidente del FMI, cuando visitó recientemente a Honduras.
Lo que se pierde de vista es que el crecimiento económico va ligado a la distribución, si queremos distribuir la renta nacional en forma artificial, para aumentar la "equidad", lo que conseguiremos será matar a la gallina de los huevos de oro. Despojar a los empresarios de sus legítimas ganancias es una manera efectiva de detener el crecimiento económico, y con él, el desarrollo.
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