Una objeción común contra el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Centroamérica es la llamada asimetría en las economías. Se piensa que el derribar las barreras comerciales implicaría el establecimiento de una lucha desigual en la que Centroamérica llevaría las de perder por su menor tamaño económico. El libre comercio sería como una carrera en la que pusiéramos a competir a un cojo contra un atleta experimentado: si no damos una compensación al más débil o colocamos algún obstáculo al más fuerte nos encontraríamos ante una situación injusta, de lo que se deduce que el comercio libre no es comercio justo.[1]
Semejante analogía pierde de vista el hecho fundamental de que el comercio no es un juego de suma cero en el que unos ganan a expensas de otros, sino que todos se ven mutuamente beneficiados en los intercambios que se hacen de manera voluntaria.
De manera que si yo doy cinco lempiras por una dona, eso quiere decir que valoro más la dona que los cinco lempiras que doy; igualmente, el que me vende la dona valora más los cinco lempiras que la dona, por lo que ambos salimos ganando en la transacción. El comercio a nivel internacional, que está compuesto por transacciones voluntarias de este tipo, aumenta el bienestar de todos los que participan en él.
Por el contrario, el bienestar de muchas personas es impedido cuando el Estado aplica aranceles a los productos extranjeros, para que no los puedan comprar los consumidores nacionales, y en cambio tengan que escoger productos del propio país, aunque sean de menor calidad. Estas medidas proteccionistas benefician a unos pocos productores a expensas de la mayoría de los consumidores, que ven de esa manera disminuir su nivel de vida.
Hay quienes se quejan de lo caro que está todo, y dicen que el gobierno debería hacer algo al respecto, pero al mismo tiempo se oponen a la rebaja de los precios de la canasta básica que vendría del libre comercio. Quienes dicen preocuparse por los pobres a veces resultan ser sus peores enemigos.
Estamos listos para el libre comercio
No hay necesidad de esperar a que mejore la estructura productiva de un país, ni de acumular capital en maquinaria y capital humano antes de disfrutar de las ventajas del libre comercio. Por el contrario, abrirnos ahora al libre comercio nos permite hacer un mejor uso de nuestros recursos escasos, ubicando nuestros esfuerzos en aquellas áreas en que somos más competitivos.
No hay que volver al campo
No falta quien proponga subsidiar las actividades agrícolas, aunque estas no resulten rentables (y por lo mismo). Se argumenta que debe hacerse para favorecer a un sector social importante, y con esto se piensa favorecer el desarrollo.
Opino que no es el camino correcto el querer favorecer un sector no rentable con ayudas estatales, ya que estaríamos haciendo un mal uso de nuestros recursos escasos. Y pienso que no es casual que muchos países verdaderamente desarrollados tengan un sector agrícola pequeño y un sector industrial grande.
No se necesitan "ayuditas" a pequeños empresarios
Ahora está de moda eso de favorecer a los pequeños empresarios con ayudas estatales. Puede que detrás de esa moda esté el prejuicio contra el gran capital, al que se considera como "explotador".
El pequeño empresario muchas veces tiene dificultad para encontrar financiamiento, y las tasas de interés de mercado no le permiten obtener una rentabilidad adecuada. Sin embargo, es dudoso que la ayuda estatal mejore la situación al tratar de ofrecer un crédito en forma artificial. Si una actividad no es rentable a precios de mercado, es difícil que sea estable a largo plazo, por lo que el gobierno bien podría estar financiando muchos proyectos fallidos, produciendo de esta manera una pérdida neta a la sociedad.
Las grandes empresas no tienen por que ser malas. Una empresa grande tiene la ventaja de obtener economías de escala, puede pagarle unos salarios más altos a sus empleados, y goza de una mayor e estabilidad. De hecho, el Estado muchas veces hecha mano del argumento de las economías de escala para imponer sus monopolios estatales. Pero las empresas estatales fallan no necesariamente por su gran tamaño, sino por que no tienen los mismos incentivos de una empresa privada. En Honduras, por ejemplo, tenemos el caso de empresas estatales que han sido descapitalizadas en forma sistemática.
Notas
[1] Los tratados de libre comercio al uso no son tan "libres", sino el producto de negociaciones políticas de los grupos de presión con sus respectivos Estados. Un verdadero libre comercio sería la suspensión de las barreras comerciales de todos los productos, en el menor tiempo posible.
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