En comparación con otros lugares de peregrinación en los que se reciben beneficios económicos de la afluencia de personas, es poco lo que ha prosperado la aldea de Suyapa, que sigue siendo un sector pobre y marginado. Quizá debido a la explotación que han llevado a cabo los terratenientes sobre los campesinos pobres desde mucho tiempo atrás. Particularmente la familia Zelaya Inestroza.
Ya la leyenda de Suyapa nos cuenta que por lo menos un par de indios laboríos fueron a trabajar en una milpa un sábado a la Montaña del Piliguín, en donde encontraron la imagen sagrada cuando les sorprendió la noche. Es en este entorno de explotación, ignorancia y miseria que surge el culto a la imagen de la Virgen de Suyapa, que lamentablemente no hace más que profundizar la alienación del pueblo en vez de impulsarlo a su liberación. Por lo que resulta irónico que se depositen esperanzas en esa imagen para que Honduras a salga del subdesarrollo, cuando este ídolo no puede ni desarrollar su propia aldea.
También resulta contradictorio el título de "Capitana de las Fuerzas Armadas" que le fue otorgado por el Estado en 1,969 en el gobierno militar de Oswaldo Lopez Arellano, ya que a la Virgen María también se le invoca con el título de "Señora de la Paz". La pregunta resulta hasta chocante: ¿Si la Virgen de Suyapa fue y es la Capitana de las Fuerzas Armadas, significa eso que ella fue responsable de los desaparecidos por la represión militar en la década de los ochenta?
Contrario a la creencia popular, la Virgen de Suyapa no fue proclamada como la "Patrona de Honduras" por Pío XII en 1953, sino solo como la "principal patrona de Honduras cerca de Dios"; implicando que hay otras patronas y patronos. Hay otras "vírgenes", como las de Candelaria.
No estoy en contra de la devoción filial que siente el pueblo hacia la Virgen María, pero sí estoy en contra de la manipulación de su figura que hacen el clero y la clase política. Se trata de invocarla como un símbolo de unidad, cuando hay una parte del pueblo que no es suyapista ni católico. Se trata de introducir la idea de que bajo la Virgen se pueden acoger los buenos y los corruptos bajo un mismo manto, como si fuéramos lo mismo, cuando se celebra su fiesta en el 3 de Febrero; a la que nunca faltan los políticos oportunistas.
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