En su campaña política el ahora presidente Zelaya nos hizo diversos tipos de ofrecimientos populistas que al parecer convencieron a cierto sector de ciudadanos ingenuos, sino es que votaron por él por pura disciplina partidaria.
Ofreció: bajar el precio de los combustibles, disminuir el precio a productos de la canasta básica, darle seguimiento a la Estrategia de Reducción de la Pobreza, descentralizar el poder, hacer masivas obras de inversión pública para crear miles de empleos, mayor transparencia en la gestión gubernamental y como consigna ética "No robar, no mentir, no matar".
Demás está decir que ninguna de esas promesas se ha cumplido, ni está en vías de cumplirse, y es dudoso que se haya tenido la intención de cumplirlas en primer lugar. La tan sonada licitación de combustibles, que era el proyecto estrella del gobierno en el primer año de gobierno, resultó un rotundo fracaso -como era de esperarse- y de este fracaso no dan cuentas a nadie, no hay transparencia ni rendición de cuentas.
La Estrategia de Reducción de la Pobreza, como era de esperarse, ha resultado en otro rotundo fracaso, desviandose fondos de ésta hacia el gasto corriente, pagándose sueldos a funcionarios públicos para cumplir promesas de campaña.
El concepto de "poder ciudadano" quedó en la changoneta de unas reuniones de activistas políticos en busca de empleo. De descentralización del poder: nada de nada. En vez de eso venimos escuchando un discurso cada vez más autoritario y confrontativo de parte del señor presidente.
En la campaña política del Partido Nacional se hacía una apología no muy disimulada de la dictadura cariísta como modelo a seguir. Pero el gobierno del Partido Liberal ha sorprendido con sus actitudes dictatoriales al criticar a la prensa por no ser un órgano de propaganda del gobierno, sino más bien adoptar frente a éste una actitud crítica.
En el colmo del cinismo, Manuel Zelaya llegó a decir que "los buenos periodistas son los que no me critican". Es lamentable.
El señor presidente ofende de múltiples formas nuestra inteligencia al ofrecer constantamente declaraciones torpes y contradictorias en lenguaje vulgar. No se si el presidente es pendejo o es que cree que somos pendejos. De cualquier forma salimos mal parados.
Para salir al paso de su incompetencia y estulticia ha dado en repetir en forma cansina que existen grupos de poder fáctico -que nunca identifica- que no lo dejan gobernar, y que por eso necesita más poder. ¿Más poder para qué, señor presidente? ¿Para así mejor podernos joder? Ante gobiernos incompetentes, mentirosos, torpes y autoritarios; el curso de acción lógica es quitarles poder para devolvérselo a los ciudadanos, no darle más poder a un hijo de puta que sentado en un trono haga lo que le de la gana en nombre de los ciudadanos.
En materia de seguridad, el país está cada vez más a merced de la delincuencia. Sin embargo, el gobierno solo sabe decir que los ciudadanos tenemos "un problema de percepción", y que en realidad los índices agregados indican que estamos mejor en este aspecto. El problema lo crean los medios de comunicación, influenciados por los mentados grupos de poder, por lo que la solución obvia es que el gobierno nos martille en la cabeza su propia visión de las cosas, imponiendo, si es preciso, kilométricas cadenas de radio y televisión que nos convencerán de que los problemas que percibimos no son reales y que la gestión gubernamental funciona excelentemente.
Aleluya.
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