El relativismo enseña que no existe una verdad objetiva, sino que cada quien "se inventa" su verdad. Se ha vuelto políticamente correcto considerar que todas las opiniones son respetables, por estúpidas que sean. Pero el relativismo es fácil de refutar: el afirmar que todo es relativo, y que no existen verdades absolutas, es en sí misma una afirmación absoluta. Aceptar como cierto el relativismo es sumergirse en la irracionalidad.
No pudiendo convencer con la razón, el relativismo procede entonces a apelar en forma demagógica a la tolerancia y la democracia. Se dice que si consideramos que cada quien tiene su verdad, seremos más tolerantes con las opiniones ajenas, al no creernos dueños de una verdad absoluta, lo que nos volverá más propensos al diálogo y a ponernos en los zapatos del otro.
Pero es mentira.
Al renunciar a la racionalidad no habrá diálogo posible. La sociedad se polarizará en grupos en lucha, buscando imponer cada quien su punto de vista mediante la fuerza, ya sea por medio del triunfo electorero o de la violencia.
Para evitar el caos social es necesario asumir que hay verdades absolutas que existen independientemente de lo que usted y yo pensemos. Por medio de la razón intentaremos aproximarnos a esas verdades. Cada quien aportará argumentos en contra y a favor; y si no nos ponemos de acuerdo, por lo menos saldremos enriquecidos en el intento.
¡Digamos No al irracionalismo progre!
Comentarios